La educación ha jugado un papel protagónico en la búsqueda del progreso social y económico. Sin embargo, ha quedado en evidencia dentro de la crisis sanitaria presente COVID-19, marcada por la incertidumbre, el rol imprescindible de la educación como brújula que permite determinar las rutas adecuadas para navegar en tiempos difíciles. No obstante, es la educación orientada al pensamiento de diseño e innovación la que brinda al ser humano la oportunidad de transformar, desarrollar su contexto y desenvolverse en medio de lo desconocido.
Tal como presenta uno de mis libros favoritos “Designing for Growth[1]“, donde Jeremy Alexis[2] explica la existencia de dos categorías de problemas: (a) los Rompecabezas caracterizados por la accesibilidad a data precisa que permite buscar soluciones pertinentes y (b) los Misterios, distinguidos por exceso de data, múltiples incógnitas, y consecuentemente la resolución de estos se torna compleja. En efecto, los problemas “Misterios” son pura incertidumbre, lo cual es una característica del mundo actual en que vivimos y aunque desarrollar una mentalidad de diseño nos capacita para los momentos de ambigüedad, por años hemos priorizado la educación hacía la solución de problemas tipo rompecabezas.
Con el fin de educar para el pensamiento de diseño, planteo la aplicación de “Design Thinking”, una metodología orientada a la resolución de problemas “Misterios”, con un enfoque sistemático centrado en la empatía y la innovación. ¿Qué pasaría si empleamos “Design Thinking” como metodología educativa en los lideres empresariales? Sin duda alguna generaríamos una cultura que impulse la investigación, experimentación y creatividad frente a cualquier crisis, como estrategia para el avance, y transformación social. Como expone Jeanne Liedtka[3] “En momentos de incertidumbre la creatividad fluye y crece, pero al mismo tiempo los posibles riesgos. Con Design Thinking aprendemos a probar las ideas antes de lanzarla, lo cual es lo coherente para cuidar la rentabilidad del negocio.”
Esta metodología esta siendo empleada por diversas organizaciones para la búsqueda de soluciones en la crisis actual COVID-19. Ejemplo de esto, es el “Coronavirus Innovation Map” desarrollado por StartUpBlink, un directorio global que presenta más de 1,000 iniciativas innovadoras que están ayudando a las personas en medio de esta pandemia. Teniendo este enfoque en las empresas, se impulsa una cultura de innovación y mejora en la calidad de vida.
Incorporar “Design Thinking” es vital no solo en el mundo empresarial sino como metodología pedagógica en el sistema educativo completo. Esto ayudaría a la creación de lideres visionarios de la tecnología centrada en el ser humano. Ya existen movimientos que integran Design Thinking en la educación, como “Design for Change”, cuyo objetivo es empoderar a los niños para crear, innovar y aplicar proyectos orientados a abordar problemáticas globales y tipo “Misterios”, que generan bienestar.
Proyectos como el anterior, indica que existe un camino por descubrir. En el ámbito local, estamos iniciando mediante la realización de eventos que suscitan este pensamiento. Sin embargo, educar para la resolución creativa, mediante un “mindset[4]” de diseño debe ser un eje central para promover una generación de lideres capaces de afrontar futuras vicisitudes y crear nuevas oportunidades para el bien económico y social de nuestro país.